El vecindario de los tlaconetes

Paulina García Bañuelos y José Luis Aguilar López

Red Biología y Conservación de Vertebrados, Instituto de Ecología A.C. 

 

 

Palabras clave:

Bosque, Conservación, México, Microhábitats, Salamandras

Figura 1 hojarasca: Especies de salamandras que habitan entre la hojarasca de los bosques. Fotos de J.L. Aguilar-López.

Resumen:

Las salamandras pletodóntidas, llamados comúnmente “tlaconetes”, se distribuyen desde el nivel del mar hasta arriba de los 4300 m de altitud, habitando prácticamente todos los tipos de vegetación en México y aprovechando una gran diversidad de refugios, incluso dentro de ambientes antropizados. Los hábitats utilizados por salamandras pueden estar a nivel del suelo o a varios metros sobre los árboles, los más comunes son la hojarasca y las bromelias. El uso de microhábitats varía entre las especies, y dependiendo sus necesidades, algunas por ejemplo prefieren poner sus huevos dentro de troncos podridos. El uso inconsciente de las bromelias como adornos, la tala desmedida y la extracción de madera u hojarasca para consumo humano, pone en riesgo la supervivencia de muchas especies de salamandras. Nuestro deber es asegurarnos de mantener los bosques en su estado natural para que estos organismos habiten a gusto en su vecindad.

 

Las salamandras pletodóntidas, llamados comúnmente “tlaconetes”, son un grupo biológico con una excepcional diversidad que sobrepasa las 140 especies en México; lo que ubica al país como el segundo más diverso solo por debajo de Estados Unidos. Los tlaconetes en México se distribuyen desde el nivel del mar, hasta poco más de los 4,300 m de altitud. Dentro de este intervalo se pueden encontrar prácticamente en todos los tipos de vegetación, con mayor número de especies habitando en bosques templados y en bosques nublados (también conocidos como bosques mesófilos de montaña), y pocas especies habitando ambientes desérticos, debido a que, como todos los anfibios, requieren bajas temperaturas y altos niveles de humedad para poder sobrevivir. Por supuesto hay especies excepcionales que se han adaptado a vivir bajo condiciones adversas, pero son pocas.


Figura 2 bromelias: a) Árbol con bromelias en estado natural en un fragmento de bosque del Centro de Veracruz; b) Uso de las bromelias por especies de salamandras; c) y d) uso de bromelias para celebraciones religiosas. Fotos de P. García y J.L. Aguilar-López

Dentro de los ambientes donde habitan, los tlaconetes han sabido aprovechar una gran diversidad de refugios y microambientes que hay desde el subsuelo hasta varios metros sobre los árboles, en el dosel de bosques y selvas, e incluso lejos de la vegetación, en cuevas, que proveen las condiciones óptimas para desarrollar distintas actividades de su vida. Si pensamos en bosques y selvas, que son los ambientes más ricos en especies de salamandras, estos se caracterizan por tener abundante hojarasca en el suelo, musgo abundante que cubre árboles muertos (caídos o en pie) y rocas, muchas plantas epifitas (que crecen sobre los árboles) como bromelias, orquídeas, heno, liquen y enredaderas, pequeñas oquedades en el suelo y laderas de lomas, entre otros espacios.

Aunque parece que las salamandras viven permanentemente ocultas, al ser principalmente nocturnas, se activan a partir del crepúsculo y salen de sus refugios diurnos para andar por un sin fin de espacios en las áreas donde habitan. Los microhábitats disponibles no son habitados en todo momento ni de manera exclusiva por las mismas especies, su ocupación depende de los hábitos y necesidades de éstas. Por ejemplo, especies netamente terrestres como la Salamandra gigantesca falsa de arroyo (nombre científico: Isthmura gigantea) o la Salamandra corrugada (Isthmura corrugata) prefieren habitar entre la hojarasca o usar oquedades en el suelo. Otras especies de talla mediana y pequeña como la salamandra color granito (Pseudoeurycea granitum) o el tlaconete de bosque nuboso (Chiropterotriton nubilus) se pueden observar comúnmente en bromelias epífitas (aquellas que crecen sobre los árboles) a distintas alturas. Hay unas cuantas especies cavernícolas, como la Salamandra saltadora negra (Ixalotriton niger), la Salamandra ágil de patas largas (Nyctanolis pernix) o la Salamandra pie plano patona (Chiropterotriton magnipes), que pasan la mayor parte de su vida en cuevas. Por lo tanto, si las especies se reparten los microhábitats disponibles al interior de un mismo bosque, se garantiza que haya alimento para todas, a esto se le llama, partición de recursos y del hábitat.

La dependencia de algunas especies con un microhábitat particular, puede ser negativa para su permanencia a largo plazo en una era dominada por las distintas actividades del ser humano. Por ejemplo, el tlaconete dorado (Pseudoeurycea leprosa) preferentemente se encuentra entre troncos en estados de descomposición, generalmente usados como leña por los habitantes de las comunidades próximas a los bosques. Algunos tlaconetes como la Salamandra pigmea veracruzana (Thorius pennatulus) o la Salamandra pigmea de Acultzingo (Thorius troglodytes) se pueden encontrar regularmente entre la hojarasca de pino y encinos, en especial alrededor de los contrafuertes, un recurso que es extraído de los bosques para ser comercializado como sustrato y abono para plantas. Otros tlaconetes habitan en las bromelias epífitas que son extraídas para ser comercializadas como plantas de ornato y usadas para la elaboración de adornos en fiestas tradicionales religiosas.

Figura 3 hábitat: Aprovechamiento de los microhábitats por parte de: a) y c) Pseudoeurycea werlerii y b) Aquiloeurycea cafetalera.

Bajo el escenario anterior, y asumiendo que los fragmentos de bosque son cada vez menos y que las comunidades humanas alrededor de ellos consumen más recursos, es obligado preguntarse qué pasará con los tlaconetes si seguimos haciendo uso inconsciente de dichos recursos, con la probabilidad inminente de que la supervivencia de las salamandras se vea comprometida.

Conocer la variedad de espacios que ocupan las salamandras, y la forma y momento en los que los usan, es relevante para planear estrategias de conservación eficientes para la protección de las especies. Evitar alterar la disposición, distribución y calidad de refugios disponibles, así como extraer la menor cantidad de madera, hojarasca y plantas epífitas, contribuye a la conservación de las salamandras, que, dicho sea de paso, es el grupo de anfibios más amenazado de extinción a nivel global. Por lo tanto, debemos asegurarnos de mantener en estado natural los bosques remanentes, para que estos organismos habiten a gusto en su vecindad.