Los falsos ojos del amigo dos caras

Luis M García Feria.

Conservación y Manejo de Fauna – Enlace Durango.

Secretaría Técnica. Instituto de Ecología, A.C.

 

En 1859, Darwin dedujo de sus observaciones de la naturaleza que “un organismo posee la capacidad para desempeñarse eficaz y eficientemente dentro de su entorno”, a esto le llamó aptitud. La “supervivencia de los más aptos”, su frase más célebre, refleja totalmente la teoría de la Selección Natural. La «supervivencia» no solo implica reproducirse y obtener alimentos, sino que integra las condiciones y acciones para satisfacer todas las necesidades básicas para mantener la vida; incluyendo las señales falsas, las cuales pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. La habilidad de asemejarse a alguien, o a alguna parte de alguien, se le conoce como mimetismo; el engaño proporciona información falsa al receptor en beneficio del emisor influyendo en el comportamiento del primero. Existen tres tipos de mimetismo, uno de ellos es el «automimetismo», en el cual el individuo imita o mimetiza una parte de su cuerpo con otra. Como todos los organismos procuran su supervivencia, deben enfrentarse día a día a las exigentes demandas de su entorno, perfeccionando la obtención de alimento y facilitando la reproducción, procurando al mismo tiempo evitar ser atacados por un depredador.

Figura 1. Ejemplo de automimetismo en una oruga. Por el patrón de colores se confunde cual es la cabeza y cuál es la cola.

 

Los búhos son aves que, por naturaleza, son depredadoras, sin embargo, también pueden ser depredados. Esto puede ocurrir principalmente cuando aún son pollos y permanecen en los nidos o cuando están aprendiendo a volar, pero también dependiendo de su tamaño y el hábitat donde se encuentren. Aunque cuentan con armamento de defensa -garras afiladas, un fuerte pico y un vuelo silencioso-, algunas especies han desarrollado estrategias automiméticas para engañar a sus depredadores o enemigos.

Los búhos del género Glaucidium (del griego antiguo glaukidion que significa “pequeño búho”), también llamados mochuelos, tecolotes o búhos pigmeos, son búhos pequeños que se alimentan de insectos, aves y roedores y otras presas pequeñas. Muchas de las especies de estos pequeños búhos presentan marcas oscuras en la parte posterior de la cabeza, simulando ojos u ocelos. Estas marcas constituyen un patrón de plumaje que está presente en muchas especies de búhos que están activos durante el día, y que aparentemente tienen la función de hacer creer a sus depredadores, y otras aves que los acosan, que ya han sido detectados y así detener el ataque.

Estos “falsos ojos” desconciertan a los depredadores y a otros individuos que pretenden hacerles daño, es la diferencia entre morir o estar a salvo. El arte del engaño ha sido la gran estrategia de adaptación de los buhitos del género Glaucidium, que se ha manifestado a través de adaptaciones morfológicas, permitiéndoles estar casi completamente seguros de que nadie los atacará por la espalda.

Figura 2. Vista anterior (a) y posterior (c) del Tecolote bajeño, Glaucidium brasilianum. Se observan los ocelos o “falsos ojos” en la parte posterior de la cabeza. Foto: Luis García-Feria.

 

Slider: Tecolote bajeño, Glaucidium brasilianum. Foto: Luis García-Feria.

 

“La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional”