Cnidarios: anémonas, corales, medusas e hidras.

Alberto Rísquez Valdepeña

Instituto de Ecología A.C. 

 

Hemos escuchado mucho la historia del pez payaso que vive en una anémona, particularmente referenciado por la película “Buscando a Nemo”. Pero ¿sabemos que es una anemona? ¿Qué otros seres pertenecen a su grupo?

Pues esos son los Cnidarios (Del griego knide, “ortiga” y del latín –aria: “parecido”), de los cuales existen más de 11,300 especies, todos acuáticos, la gran mayoría marinos con pocas especies dulceacuícolas. Si queremos entenderlos mejor, no sólo debemos ver a las anémonas, sino a todo el grupo en general.

Su mecanismo de defensa, herramienta de depredación, locomoción y fijación se favorecen gracias a la presencia de células urticantes denominadas cnidocistos o nematocistos, con más de 20 tipos de ellos, en muchos casos llegan a ser mortales dependiendo su objetivo y de la resistencia de la víctima. Fig. 1.

La fama del pez payaso consiste en su resistencia a la toxicidad de los nematocistos de las anémonas, por ello puede vivir en simbiosis protegiéndose bajo su resguardo.

Los cnidarios se trata de un grupo de animales multicelulares muy antiguos, con una historia de 600 millones de años atrás, que incluyen a las medusas, las hidras de mar, los corales y las anémonas. Principalmente se caracterizan por presentar dos tipos de fase: la primera es de pólipo, la segunda es de medusa. Algunas especies aparentemente presentan sólo una, pero la mayoría alternan muy visiblemente entre las dos durante una parte de su ciclo de vida.

En cualquier fase que se encuentren poseen simetría radial. Estos organismos carecen de sistema circulatorio y respiratorio, pero poseen órganos sensoriales y un sistema muscular, un sistema nervioso y un sistema digestivo. Son protóstomos, es decir, poseen boca, pero no ano, por lo tanto, comen y excretan por el mismo orificio. Fig. 2.

Fase de Medusa: es la fase en que vive libre, se deja llevar por las corrientes y ello permite la dispersión de la especie (fase pelágica). En esta fase la reproducción es sexual. Como producto de la fecundación surge un huevo del cual nace la larva que dará lugar al pólipo.

Fase de Pólipo: se caracteriza por fijarse al sustrato (fase bentónica). Pueden vivir aisladas atrapando pequeños organismos o materia orgánica movida por las corrientes de agua. Como ejemplo tenemos a las anémonas, las hydras, pero también se encuentran organizados en colonias, como los corales. En esta fase su reproducción es asexual, es decir, no necesitan aparearse con otro individuo para reproducirse, ello permite una rápida multiplicación de la especie, mientras son larvas su objetivo principal es adherirse a un sustrato, ya sea en el fondo marino, una roca o cualquier objeto sólido que les permita hacerlo. Es por ello que en muchas ocasiones los podemos ver instalados sobre conchas marinas de algunos moluscos fijos a las rocas.

Cuando se trata de pólipos que se convertirán en medusas, es cuando comienzan a desarrollar sus tentáculos, para posteriormente liberarse hacia los cuerpos de agua y así seguir su camino de vida y dispersión.

Para darnos cuenta de la importancia de este grupo, cabe mencionar que los arrecifes de coral son ecosistemas de colonias formadas por cnidarios, tanto pólipos de los corales en si, como medusas, hidras y anemonas. Estos ecosistemas generan todo un mundo de alimento, refugio y protección para miles de especies marinas. El coral cerebro es un ejemplo de la complejidad con que se organizan estas colonias de pólipos, en cada ranura se levanta un pólipo, es algo así como los fraccionamientos que hacen los humanos para vivir, según la especie es el diseño de dichas estructuras.  Fig. 3.

La diversidad de cnidarios es más abundante en zonas cálidas y tropicales. Existen colonias flotantes como la Physalia o Fragata portuguesa, con tentáculos que llegan a medir hasta 45 metros de largo, con cnidocistos con un veneno que produce ronchas muy dolorosas en la piel atacando a los ganglios linfáticos. Fig. 4.

A los cnidarios se les debe otorgar un gran valor económico, ya que gracias a ellos los arrecifes de coral son fuente de protección y alimento para un sinfín de especies de interés directa para el humano, así como un valor económico como atracción turística, siendo a su vez un medidor exacto sobre la salud y equilibrio de los ecosistemas marinos.

 

Referencias

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