Infecciones por bacterias y virus. ¿Qué es peor?

Bertha Pérez Hernández1 y Tobías Portillo Bobadilla2

1 Red de Biodiversidad y Sistemática, Instituto de Ecología A.C.

2 Red de Apoyo a la Investigación, Universidad Nacional Autónoma de México.

 

Palabras claves: Infecciones, bacterias y virus

Resumen: En la vida diaria convivimos con organismos que podrían ocasionarnos infecciones o enfermedades severas, las bacterias y los virus son dos de ellos.

 

A pesar de la mala fama de las bacterias, estas tienen funciones importantes en nuestro cuerpo y en el ambiente. Solo un pequeño porcentaje de bacterias causan infecciones y enfermedades. Nuestro cuerpo está habitado por millones de microorganismos, la mayoría bacterias, y la alteración en la cantidad y los tipos de bacterias de nuestro cuerpo se conoce como disbiosis. La disbiosis se relaciona con la pérdida de la diversidad microbiana dentro de nuestros cuerpos y esto tiene efectos en cascada que nos hace susceptibles a diversas enfermedades como las cardiovasculares, la diabetes, inmunológicas, mentales, entre otras.

En la actualidad, se sabe que las infecciones bacterianas son más fáciles de tratar que las infecciones virales. Debido al amplio repertorio de antibióticos, sin embargo, es importante mencionar que la resistencia de las bacterias a los antibióticos ha ido en aumento, lo que podría causar infecciones difíciles de controlar. Recientemente se están utilizando otras estrategias para eliminar a las bacterias como las nanopartículas (Figura 1).

Figura 1. Nanopartículas de plata sintetizadas biológicamente por el hongo Aspergillus flavus y que en la imagen se observa cómo pueden dañar las paredes de bacterias patógenas resistentes a antibióticos como la Pseudomonas aeruginosa. Tomado con permiso de C. Campo-Beleño y colaboradores (doi: 10.1111/lam.13759).

Todos nuestros órganos son blanco de infecciones bacterianas, cada especie bacteriana tiene un órgano favorito para infectar, por ejemplo, Neisseria gonorrhoeae o gonococo, bacteria que es transmitida por contacto sexual afecta principalmente los genitales, el recto y la garganta.

Existen entornos que favorecen la propagación de bacterias, por ejemplo las estancias infantiles, las oficinas de trabajo, los hospitales, el transporte público, por mencionar algunos. Algunas bacterias utilizan a los humanos como hogar o reservorio, es decir, la bacteria necesita un lugar en el que se ha adaptado a crecer y multiplicarse. Otros animales que funcionan como reservorio para las bacterias son las aves, o los invertebrados como los artrópodos. La comida, el agua, el aire son reservorios no vivos. Los humanos podemos alojar en nuestro cuerpo bacterias o virus sin mostrar síntomas de enfermedad y al mismo tiempo es posible transmitir e infectar a otras personas. La bacteria Salmonella Typhi, causante de la fiebre tifoidea, es un claro ejemplo. Esta bacteria puede estar por mucho tiempo inactiva viviendo en órganos como la vesícula biliar; las personas portadoras pueden transmitir esta bacteria a sus contactos. Un caso muy sonado en Nueva York, USA fue el de la cocinera Mary Mallon que siendo portadora asintomática infectó a más de 100 de sus comensales (figura 2).

 

Figura 2. Tifoidea de Mary, causada por la bacteria Salmonella typhi. Ilustración adaptada del 20 junio 1909, The New York American.

 

¿Cómo podemos prevenir la infección bacteriana? Un mecanismo ampliamente utilizado para la prevención de infecciones bacterianas y virales es la vacunación, así como la eliminación de factores ambientales que afectan el sistema inmune como la contaminación. Otras formas de evitar infecciones es contener a la fuente de infección (aislando al portador), de esa forma se evita que más personas puedan infectarse.

Los virus han afectado al ser humano desde hace miles de años, sin embargo, la descripción de la interacción de los virus y sus hospederos se realizó durante los últimos 30 años. Se sabe que los virus pueden infectar prácticamente a todos los seres vivos, a bacterias, algas, hongos, plantas y animales vertebrados o invertebrados. Los virus son agentes infecciosos que funcionan como parásitos pero no son seres vivos, es decir, carecen de la maquinaria para reproducirse y por ello invaden a las células de cualquier organismo para poder replicarse. Algunos virus son utilizados para el diseño de vacunas, ya que funcionan como transporte de genes o de sustancias al interior de las células (Figura 3). Los virus se caracterizan por su gran capacidad para adaptarse al cambio, a nuevos entornos y causan epidemias, un ejemplo es el que estamos viviendo actualmente, la pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV 2 causante de la COVID 19.

 

Figura 3. Partículas virales utilizadas en el desarrollo de vacunas observadas por microscopía electrónica. A la derecha modelo atómico de un virus, al interior se aprecia su ADN de doble cadena (en rojo). Imagen adaptada de María V. Villagrana-Escareño y colaboradores https://doi.org/10.1155/2019/4630891 y Tang doi: 10.1016/j.str.2008.02.024.

Los virus requieren de una puerta de entrada hacia las células que van a infectar, esta puerta es conocida como receptor. Si las células presentan receptores para las partículas virales se dice que las células son permisivas, mientras que las células que no permiten la producción de descendencia viral son conocidas como no permisivas. Las consecuencia de una infección de una célula por un virus es la muerte de la célula y la liberación de nuevos virus generando así la infección viral. Los virus deben pasar de un organismo infectado a otro para que pueda permanecer. Los virus se pueden transmitir por la vía fecal-oral, por el aire, por contacto sexual, a través de la sangre. Al igual que las bacterias, los virus también se aprovechan de los ambientes que favorecen su transmisión.  Por ejemplo, el virus coxsackie que tiene como blanco a menores de cinco años, también es conocido como el virus de las guarderías ya que es un microambiente que propicia el contagio.

En general, las infecciones víricas son más benignas que las bacterianas. Sin embargo, los virus no tienen tratamiento específico para poder combatirlos. La severidad de la infección dependerá de varios factores como el sistema inmune, el acceso a hospitales, entre otros. Los virus también infectan a las bacterias por lo que se pueden usar como una alternativa para combatir a las bacterias.

Referencias.

 

doi: 10.1016/B978-012373960-5.00596-7

doi: 10.1016/B978-0-12-373741-0.50004-0