ALIMENTOS FUNCIONALES
Por: Victoria Sosa
Red de Biología Evolutiva, Instituto de Ecología A.C.
Agradecimientos: CONACyT (PNDP2015/1023)
Con la reciente publicación de la norma mexicana sobre el etiquetado de alimentos y bebidas, es posible conocer de antemano la información comercial y sanitaria de nutrimentos críticos que representan un riesgo para la salud en productos preenvasados. La norma se adopta para proteger a la población de enfermedades crónicas y metabólicas ya que como es bien sabido una buena salud está directamente relacionada con una dieta sana. En la actualidad los consumidores tratamos de adquirir buenas materias primas, así como alimentos funcionales, esto es una tendencia a nivel mundial.
Los alimentos funcionales son comestibles muy beneficiosos: reducen el riesgo de alguna enfermedad crónica o metabólica más allá de su contenido nutricional. Condiciones como obesidad, hiperlipidemia, diabetes e hipertensión se han extendido por la población mundial. Estas enfermedades crónicas están a menudo relacionadas con la dieta. El consumo excesivo de alimentos nutricionalmente pobres, altamente procesados y rápidamente absorbidos por el organismo pueden llevar a una inflamación sistémica, a reducir la sensibilidad a la insulina y a un conjunto de anormalidades metabólicas, incluyendo obesidad, hipertensión e intolerancia a la glucosa. Los alimentos funcionales representan un enfoque terapéutico importante para prevenir o atenuar estas enfermedades relacionadas a la dieta ya que reducen la inflamación o influyen favorablemente sobre el sistema inmune. Estos alimentos funcionales contienen polifenoles, diversas substancias antioxidantes o ácidos grasos omega entre los más importantes, así como microrganismos beneficiosos a la biota intestinal.
En México hay numerosos alimentos que provienen de plantas nativas o de microorganismos, los cuales se consideran alimentos funcionales. Quizá los más conocidos y utilizados sean los nopales (Opuntia spp.), sus tallos disminuyen picos de glucosa después de haber ingerido alimentos, además de contener antioxidantes. Las semillas de chía (Salvia mexicana) han sido consumidas desde tiempos prehispánicos por su alto contenido de ácidos grasos benéficos, proteínas y fibra. Del amaranto (Amaranthus spp.) se aprovechan las hojas, las inflorescencias, pero sobre todo sus semillas, conocidas como alegría. Estas tienen un alto contenido de proteína, así como elevados niveles de aminoácidos esenciales. La cianobacteria espirulina (Arthospira spp.) es otro alimento que se consume desde épocas prehispánicas. Se preparaba en pequeñas tortas, sus compuestos pueden disminuir obesidad, hipertensión e hiperglicemia. Asimismo, en la alimentación mexicana se conocen varias bebidas fermentadas que contienen bacterias buenas para la biota intestinal como el pozol a partir de maíz, derivados destilados o no destilados de los agaves o el tepache fermentado de la cáscara de la piña, una fruta sudamericana.
Sin duda, en México los frutos de los cactos son los mejores ejemplos de alimentos funcionales ya que todos contienen antioxidantes, gracias a las betalaínas, pigmentos exclusivos de plantas suculentas. Los frutos pueden ser pigmentados en la pulpa y/o en la cáscara. Las tunas son los frutos de cáscara verde o morada de un nopal con una pulpa verde (Opuntia ficus-indica); las pitayas provienen de un cacto columnar (Stenocereus queretaroensis y S. pruinosus), sus cáscaras son púrpura o verdes, y la pulpa rojo intenso; las pitahayas tienen colores variados (grupo Hylocereus), la cáscara es roja o intensamente rosada y la pulpa grisácea o púrpura. Son producidas por plantas epífitas que crecen sobre árboles, utilizadas por los mayas desde tiempos prehispánicos; el xonocostle o xonochtle es una tuna agria (Opuntia joconostle) que se usa como verdura para acompañar pucheros; los garambullos tienen un color negro azulado producidos por un cacto candelabriforme (Myrtillocactus spp.); las jiotillas (Escontria chiotilla) tienen una cáscara escamosa y su pulpa es roja y dulce; las guamishas (Ferocactus spp.) se fermentan fácilmente y se utilizan para hacer bebidas; los chilitos o chilillos de color rojo intenso son producidos por varias especies de cactos globosos (Mamillaria, Corypantha, Melocactus) de sabor agridulce y el chichipe o chichituna es producido por cactos columnares (Polaskia chichipe y P. chende).
En particular, las pitahayas, pitayas o frutos del dragón (grupo Hylocereus) tienen grandes cualidades nutritivas de alimentación funcional, poseen fibras alimentarias que ayudan a incrementar microorganismos beneficiosos de la flora intestinal, su pulpa tiene antioxidantes, pectinas y substancias hipoglicémicas. Se puede cultivar sobre árboles o tutores y las plantas crecen en una gran variedad de hábitats desde muy secos hasta semiáridos. Sería beneficioso contar con una mayor producción de pitahayas para que sean consumidas en forma más generalizada por la población mexicana y se beneficie de este alimento funcional.
Pies de figuras:
Figura 1 y figura del slider: Planta de amaranto (Mane Salinas)
Figura 2. Frutos de garambullo (Victoria Sosa)
Figura 3. Pitayos (Victoria Sosa)
Figura 4. Venta de pitahayas en Papantla, Veracruz (Victoria Sosa)