Selvas y bosques entre mares y montañas

Betzayde Ortiz-Hernández; Angélica Ramírez-Solano; Brenda Cruz-García; Mauricio A. Juárez-Fragoso; Roger Guevara

Laboratorio de Ecología y Evolución de interacciones, Instituto de Ecología, A. C.

 

Vista al Cofre de Perote (Foto, B. Ortiz-Hernández)

Resumen: Del nivel del mar a la cima de las montañas se presentan variaciones ambientales, por ejemplo, diferentes tipos de suelo, cambios de temperatura y disponibilidad de agua, las cuales en conjunto forman un mosaico de diferentes ambientes cuyas variantes limitan el crecimiento de algunas especies mientras que favorecen a otras provocando zonas con diferentes tipos de selvas y bosques.

Uno de los fenómenos más evidentes de la vida en la tierra es que las diferentes formas de vida, plantas, animales, hongos y bacterias no están distribuidas por igual a lo largo y ancho del planeta, ni de las partes bajas, la costa, a las montañas. En gran medida, la presencia de diferentes especies en distintas partes del planeta obedece a la variación en características ambientales como el tipo de suelo, la temperatura, la precipitación, y en particular del mar a las montañas muchos de los cambios ambientales se relacionan estrechamente con la altitud. A estos cambios progresivos se les conoce como gradientes ambientales y han contribuido a generar y mantener la diversidad biológica en el planeta.

El dosel del bosque de pino en Tembladeras (Foto, A. Ramírez-Solano)

Un ejemplo de gradiente en elevación y los cambios ambientales asociados a él, es el recorrido desde la zona costera veracruzana hasta la cumbre del Cofre de Perote que alcanza 4220 metros de elevación sobre el nivel del mar. Las especies y tipos de vegetación cambian a lo largo de este gradiente altitudinal. En la parte baja del gradiente, cerca de la costa y donde la humedad es permanentemente alta, podemos observar remanentes de selvas tropicales con árboles de hasta 30 metros de altura. En estas selvas, la mayoría de las plantas mantienen sus hojas todo el año, es decir son perennifolias. Aún en la parte baja del gradiente, por debajo de los 1000 metros de elevación, hay extensas zonas en las que hay una marcada época seca del año. En estos ambientes predominan las especies deciduas o caducifolias, es decir, aquellas que tiran sus hojas en la época seca del año.

Entre los 1000 y 2600 metros sobre el nivel del mar existe una gran variedad de bosques que se caracterizan por presentar una mezcla de plantas, tanto perennifolias como deciduas. Al conjunto de bosques dentro de esta franja se les denomina bosque mesófilo de montaña, nombrado así por ubicarse a en la parte media de la montaña. En esta franja de elevación aire húmedo proveniente de la costa se enfría conforme asciende por la montaña provocando la condensación del agua en densas nubes que se precipitan en forma de copiosa lluvia. La gran humedad en estos bosques favorece el crecimiento de helechos, bromelias, orquídeas y musgos sobre los árboles y las rocas. Dado que los bosques mesófilos se desarrollan en una franja de elevación amplia, se pueden reconocer diferentes tipos de bosque mesófilo de montaña, cada uno con un conjunto de especies de árboles característicos como los encinos, el palo zopilote, la marangola, el liquidambar y el pipinque. Algunos ejemplos de los diferentes tipos de bosques mesófilos de montaña los podemos ver en el Santuario de Bosque de Niebla del INECOL, el Cerro de La Martinica, el volcán de Acajete, Rancho Viejo y el camino viejo a Tembladeras. Un ejemplo de bosque mesófilo donde domina el liquidambar, es el de la Reserva Ecológica “La Cortadura” en el Municipio de Coatepec, cerca de los 2000 metros sobre el nivel del mar, por lo que también llega a conocerse como bosque de liquidámbar.

El dosel del bosque tropical perennifolio en La Mancha (Foto, R. Guevara)

Siguiendo en la ruta ascendente, cerca de los 2500 metros de elevación, los bosques mesófilos se mezclan con diferentes especies de pinos creando una zona de transición (ecotono) entre dos tipos de vegetación, el bosque mesófilo de montaña y el bosque de pinos. Un claro ejemplo de este ecotono se puede apreciar en la localidad El Saucal. A partir de los 3000 metros de elevación, en los alrededores de la localidad de Tembladeras, dominan los bosques de pinos con su exuberante estrato herbáceo con coloridas flores. Entre los 3000 y los 3500 metros de elevación encontramos bosques de oyameles. Cerca de la peña del Cofre de Perote, alrededor de los 4000 metros de elevación, desaparecen los árboles para dar paso a un denso estrato de arbustos de baja estatura y pastos aglomerados; mientras que, al pie de la peña, cualquier tipo de vegetación es escasa.

Si has observado estos cambios en los tipos de vegetación desde la costa hasta la cima de las montañas, te has preguntado, ¿qué restringe a las diferentes especies a ocupar apenas algunas áreas o hábitats dentro del gradiente altitudinal? Aquellas personas que les gusta la jardinería han podido observar que hay plantas que crecen mejor en tierra negra, otras entre piedritas y las hay que prefieren la tierra con hojarasca. Hay plantas que prefieren el sol y otras que prefieren la sombra; plantas que necesitan de mucha agua y las que, por el contrario, requieren un riego mínimo. También hay plantas que proliferan prácticamente sin cuidados y hay otras muy delicadas que requieren mantenimiento constante, como aquellas que son muy comidas por insectos. Todos estos fenómenos que vemos en la jardinería día a día son en gran medida los mismos fenómenos que limitan la distribución de las especies silvestres que habitan en los diferentes tipos de vegetación: selvas, bosques o matorrales que podemos observar desde la costa a la montaña.

A través de los pisos altitudinales también podemos encontrar diferentes tipos de suelo y nutrientes, entre ellos, suelos arenosos cerca del mar, en las dunas y selvas costeras, suelos negros en zonas donde los ríos se desbordan constantemente, siendo ricos en materia orgánica. El buen observador, a la elevación de la localidad de Carrizal, nota que hay otro tipo de suelo, ¡Aquí los suelos incluyen abundantes rocas y muchas de ellas contienen fósiles de animales marinos! Son suelos de antiguos mares que se levantaron al formarse las grandes montañas como el Cofre de Perote y El Pico de Orizaba. En la parte media y alta del Cofre de Perote hay evidencia de los derrames de lava (malpaís), muy fácil de observar en la localidad de Toxtlacoaya (El Volcancillo), donde los suelos incluyen abundantes rocas negras, porosas y afiladas.

El dosel del ecotono del bosque mesófilo de montaña y el bosque de pino en El Saucal (Foto, R. Guevara)

Otra arista de los cambios ambientales a lo largo del gradiente de elevación es el de la temperatura. Entre más nos acerquemos a la cima de la montaña, la temperatura es más baja. En Tembladeras, aún en verano, la temperatura media del día no sobrepasa de los 17ºC, por el contrario, en La Mancha, la temperatura media del día, aún en invierno, es superior a los 27°C. Junto con la temperatura, también varia la disponibilidad de agua ya sea en forma de bruma, lluvia o neblina.

Todos estos cambios ambientales no solo afectan las plantas, también a muchos animales, incluyendo aquellos insectos que comen plantas. De forma similar como podemos observar con las plantas del jardín, los insectos consumidores de plantas pueden limitar el crecimiento de algunas especies al consumirlas con voracidad, llegando a excluir a algunas especies de ciertas regiones. En conjunto, los gradientes ambientales dan forma a las selvas y bosques que proliferan entre el mar y la montaña.

 

Pie de figura de la portada: Vistas de la selva perennifolia, bosque mesófilo de montaña y bosques de pinos (fotos de B. Ortiz-Hernández, R. Guevara y Angélica Ramírez-Solano)