Ni se cultivan ni se compran

Tlacaelel Rivera-Núñez1, Sofía Lail Lugo Castilla2, Alejandra Guzmán-Luna3, Simoneta Negrete Yankelevich2

  1. Red de Ambiente y Sustentabilidad, Instituto de Ecología, A. C.
  2. Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología, A. C.
  3. Maestría en Educación para la Interculturalidad y la Sustentabilidad, Universidad Veracruzana

 

Resumen

La recolección, cacería tradicional y pesca en ríos continúan siendo fuentes importantes de aprovisionamiento de biodiversidad alimenticia para las familias campesinas de alta montaña en México.

 

Palabras clave: biodiversidad, seguridad alimentaria, familias campesinas.

 

Las comunidades campesinas en México se alimentan a partir de tres principales fuentes: la agricultura y cría de animales, los mercados y la recolección. La agricultura continúa siendo la fuente de abasto más importante para los hogares rurales; sobre todo la agricultura milpera, en la cual se producen los maíces, frijoles, calabazas y chiles que son la base de la dieta mexicana. Sin embargo, debido al desgaste de los suelos, el incremento de las enfermedades en los cultivos y a los altos requerimientos de trabajo de la actividad agrícola, actualmente siete de cada diez familias campesinas utilizan al menos un insumo químico para nutrir el suelo, las plantas o bien para combatir las “malas hierbas” y las plagas. Esto ha ocasionado el aumento de los costos productivos, así como la exposición laboral de las y los campesinos a las sustancias tóxicas, la contaminación ambiental y la producción de alimentos no orgánicos. Por su parte, se estima que más de la mitad del gasto de los hogares rurales en México se destina a la compra de alimentos, cada vez más de tipo ultra procesados, con altos contenidos calóricos y bajos en nutrientes.

Hasta ahora, se ha prestado poca atención a las dinámicas de recolección de alimentos no cultivados que prevalecen en las comunidades campesinas. Algo de ello tiene que ver con el hecho de que en algunas regiones rurales los alimentos recolectados se encuentran estigmatizados como comida de “pobres” o de “indios”, por lo que se tiende a minimizar u ocultar su importancia. Sin embargo, cuando estudiamos detalladamente los patrones alimenticios de las familias campesinas, notamos que estas continúan recolectando, cazando y pescando una diversidad importante de plantas, hongos y animales. Dicha ‘biodiversidad alimenticia’, de acuerdo con sus ciclos de vida, suele ser aprovechada en ciertas estaciones del año muy específicas y su aprovechamiento implica notables conocimientos y prácticas de manejo locales. Algunas especies silvestres se aprovechan en los montes, las cañadas y los ríos con sus lechos, otras son semi-domesticadas en los huertos de traspatio, e incluso hay plantas, hongos y animales útiles que son tolerados o fomentados en las milpas y los potreros (Figura 1).

Figura 1. Gradiente de manejo de la biodiversidad alimenticia no cultivada. Cada categoría es ilustrada con una especie aprovechada por las familias campesinas del Cofre de Perote, Veracruz. A. Hongo amarillo o súchil (Cantharellus cibarius); B. Bledo blanco (Amanthus spinosus L.); C. Ejote de monte (Phaseolus sp.); D. Mora criolla (Rubus adenotrichus). Elaboración: A. Guzmán-Luna.

Estos alimentos no cultivados ni comprados son fuente de ricos acervos gastronómicos regionales, ya que entre las especies que se aprovechan se encuentran algunas que se cocinan como guisos principales, como verduras, se utilizan para la preparación de bebidas, como condimentos o envoltorio, o simplemente son consumidos como frutos. En los estudios de contenido nutricional que se han hecho a este tipo de alimentos, principalmente a los quelites[1], se han encontrado grandes cantidades de hierro, fibra, omega-3, antioxidantes, vitamina C y D, potasio, así como capacidades de fortalecimiento del sistema inmune y los vasos sanguíneos, aunado a las fuentes proteicas y vitamínicas de calidad que aportan el consumo de hongos, peces, insectos, otros animales y frutos. Además, la comercialización de dichos productos en los mercados regionales, días de plaza e incluso en los tianguis alternativos y canastas solidarias, suele ser una fuente complementaria de ingresos para las familias campesinas.

En reconocimiento de lo anterior, dentro del Proyecto Nacional de Investigación e Incidencia “Mano Vuelta”[2] nos encontramos estudiando la diversidad de especies alimenticias no cultivadas ni compradas que aprovechan las familias campesinas en cinco localidades de alta montaña de los municipios de Xico, Acajete y Ayahualulco, dentro de la zona de influencia del Parque Nacional Cofre de Perote, en la regional central de Veracruz. Debido a que las localidades en las que trabajamos presentan un gradiente altitudinal que va desde los 1600 hasta los 2500 metros sobre el nivel del mar, dentro del cual se encuentran tres diferentes tipos de bosque, hemos tenido la oportunidad de registrar una riqueza considerable de morfoespecies, misma que incluye 67 plantas, 26 hongos y 17 animales[3]. A pesar de que existe cierta demarcación temporal en la recolección, caza y pesca de estas especies durante la temporada de lluvias, como se puede apreciar en la Figura 2, en realidad a lo largo de todo el año hay aprovechamiento de dichos alimentos.

Figura 2. Aprovechamiento alimenticio anual de morfoespecies no cultivadas ni compradas en localidades de alta montaña de los municipios de Xico, Acajete y Ayahualulco, Cofre de Perote, Veracruz. Elaboración: S. L. Lugo Castilla.

Después de documentar la riqueza de especies que se consumen, en este segundo año de operación del Proyecto estamos analizando las contribuciones de estas especies a la seguridad alimentaria de las familias campesinas, así como explorando alternativas educativas y de manejo capaces de incrementar su disponibilidad anual, mejorar los patrones de consumo, así como contribuir al uso racional de dichos recursos. A la fecha, todo parece indicar que, los alimentos no cultivados en las localidades estudiadas que se encuentran más distantes de los centros urbanos rectores, podrían tener incluso volúmenes de consumo prácticamente equiparables a los alimentos comprados. Con respecto a las acciones de incidencia, las familias campesinas están mostrando particular interés por desarrollar recetarios comunitarios, participar en talleres de educación nutricional, explorar la reproducción, cultivo y conservación de quelites en invernaderos domésticos, así como fomentar la recuperación de estos últimos en milpas con historias de uso de herbicidas a través del enriquecimiento de sus bancos de semillas. En las agriculturas y economías campesinas donde cada peso cuenta, en las que atestiguamos un uso creciente de insumos agroquímicos y en donde está teniendo lugar una transición alimenticia hacia los productos industrializados, revitalizar el manejo y consumo de alimentos inocuos, nutritivos y exentos de gasto económico es un tema de vital importancia para contribuir a lograr una alimentación sana y sostenible para las familias rurales.

[1]Los quelites, del náhuatl quilitl “hierba comestible”, son las hojas, brotes, retoños, tallos y flores de diversas plantas, principalmente herbáceas y arbustos, que nacen solas en las milpas, huertos familiares, cafetales, potreros, montes e incluso al lado de los caminos rurales y que forman parte de las dietas campesinas. En México se conocen alrededor de 500 especies de quelites.

[2]El nombre en extenso del proyecto es “Biodiversidad en la milpa y su suelo: bases de la seguridad alimentaria de mujeres, adolescentes y niños rurales”. El proyecto es coordinado desde el INECOL y participan colegas de la Universidad Veracruzana, del CIIDIR-Sinaloa del Instituto Politécnico Nacional, de la Universidad Autónoma de Occidente, así como de la Cooperativa de productos de mujeres campesinas DeMano, la Asociación Civil Sendas, el Parque Nacional Cofre de Perote y los colectivos de arte Teatro Lit y La Ceiba Gráfica (PRONAII SSyS, CONACYT 305184).

[3]Las especies de animales corresponden a aves y pequeños mamíferos que son aprovechados principalmente en las milpas, como medida de control, debido a que afectan la producción de los cultivos. También se aprovechan dos especies de peces y un crustáceo de río. A diferencia de lo reportado para comunidades indígenas en Chiapas, Oaxaca y Guerrero, las familias mestizas del Cofre de Perote tienen estigmatizado el consumo de insectos, reptiles y anfibios.

 

Crédito: Tlacaelel Rivera-Núñez

 

Crédito: Tlacaelel Rivera-Núñez

 

Crédito: Tlacaelel Rivera-Núñez

 

“La opinión es responsabilidad de los autores y no representa una postura institucional”