¿Cómo colonizan las plantas otros lugares?

Vinicio Sosa Fernández

Red de Ecología Funcional, Instituto de Ecología A.C.

 

Resumen: Las plantas, siendo organismos sésiles, dependen de vectores bióticos y físicos para poder colonizar diferentes sitios seguros y favorables para su establecimiento.

 

Palabra clave: dispersión, semillas, paisaje

Foto Artibeus lituratus:
El murciélago frugívoro mayor (Artibeus lituratus) es un gran dispersor de semillas de los bosques tropicales contribuyendo así a su regeneración. Fotos tomadas de Internet.

Te has preguntado ¿cómo es que las plantas llegan a lugares tan remotos, hostiles o inaccesibles como las islas, las cimas de las montañas, terrenos a los que se han talado todos los árboles, o los más áridos desiertos? Dado que las plantas no pueden desplazarse como lo hacen los animales, dependen de la dispersión de sus semillas para que su descendencia pueda llegar a sitios favorables para su establecimiento. Esto implica la transportación de sus semillas mediante la ayuda de diversos agentes o vectores a lugares adecuados para su germinación y desarrollo y de esta forma dar origen a un nuevo individuo. Los vectores pueden ser físicos, como el viento (anemocoria) o el agua (hidrocoria), o bióticos como varios grupos de animales, entre los que destacan las aves, los mamíferos y reptiles entre los vertebrados y las hormigas entre los insectos (zoocoria). Cuando en la dispersión de frutos o semillas no interviene ningún agente y solo ocurre por medio de la gravedad, a este fenómeno se le llama barocoria.

Como la evolución biológica es oportunista, la selección natural ha moldeado, del abanico de variedades anatómicas y mutaciones al azar, diversas adaptaciones en los frutos y semillas de las plantas para asegurar su dispersión. Así, las semillas que son dispersadas por el viento son ligeras y tienen estructuras plumosas o semejando alas que les permiten “volar” y ser llevadas por el viento como diminutos paracaídas o parapentes, por ejemplo, el diente de león. Aquellas que son transportadas al quedar atoradas o pegadas en el pelaje de los mamíferos o el plumaje de las aves (exozoocoria), son generalmente pequeñas y poseen ganchos o pelos rígidos, o bien, sustancias viscosas ¡quién no se ha llenado los calcetines de cardos y “pegarropa” tras una caminata en el monte! Y las semillas que son dispersadas por las corrientes de agua, tienen adaptaciones para flotar y resistir la saturación de agua; así es como los cocoteros han llegado a islas lejanísimas. Por otra parte, las semillas que son dispersadas por hormigas tienen una estructura adherida a la testa, llamada eliosoma, rica en lípidos, que es la recompensa buscada, como por ejemplo en la higuerilla (Ricinus communis); las hormigas llevan las semillas a su hormiguero, donde consumen los eliosomas y desechan las semillas, algunas de las cuales después germinan. En el caso de la dispersión  por animales vertebrados, las plantas producen atractivos frutos de color vistoso, carnosos o suculentos, ricos en carbohidratos, agua y a veces algo de proteína, con las semillas dentro, que a veces alcanzan las centenas o millares. Los animales consumen los frutos sin dañar a la mayoría de las semillas y las dispersan al ser defecadas (endozoocoria).

Foto Primavera:
La primavera (Turdus migratorius) atraída por frutos rojos y carnosos dispersa las semillas contenidas en esos frutos. Fotos tomadas de Internet

 

Independientemente del tipo de dispersión, los biólogos han documentado algunas ventajas de este proceso: (1) al alejarse de la vecindad de la madre, se evita competir por recursos con hermanos y otros individuos conspecíficos que se encuentran en altas densidades alrededor de la planta madre; (2) también disminuye la probabilidad de que la semilla o la plántula que de ella emerja, sea devorada, parasitada o parcialmente dañada, por otros organismos (insectos, roedores y aves granívoras; hongos, etc.) que serían atraídos por la alta densidad de semillas o plántulas; (3) la probabilidad de que una semilla encuentre un sitio con las condiciones óptimas para su germinación (luz, temperatura, humedad, etc.) se incrementa entre más semillas lleguen a más lugares alejados de la planta que formó esa semilla; y (4) permite la transportación de la semilla dirigida hacia sitios específicos donde la probabilidad de supervivencia es mayor en comparación con sitios al azar, como es el caso del establecimiento de cactos bajo el follaje de plantas leñosas facilitadoras o nodrizas, las cuales amortiguan el microclima, proveen protección contra herbívoros y aportan nutrientes por la caída de sus hojas.

La dispersión de semillas en que participan animales frugívoros, es una interacción entre dos especies (planta y animal) que resulta benéfica para ambas partes, por lo que se considera un mutualismo. El agente dispersor consigue alimento del fruto, y la planta consigue que sus propágulos sean transportados lejos de la planta madre. Se estima que la mayoría de las especies de árboles y arbustos de las selvas es dispersada por aves, murciélagos y monos, los cuales consumen los frutos que las plantas les ofrecen. Al hacerlo, ingieren las semillas contenidas en los frutos, muchas de las cuales soportan el paso por el tracto digestivo del animal dispersor y luego son evacuadas, viables, en sus excretas. Si estas excretas, y las semillas que contienen, son depositadas en sitios con las condiciones microambientales apropiadas, la semilla puede germinar y dar origen a una nueva planta.

Foto Diente de León:
Las estructuras plumosas de las semillas del diente de león (Taraxacum officinale) les permiten ser dispersadas por el viento. Fotos tomadas de Internet.

La dispersión de semillas es un proceso esencial para asegurar la regeneración de bosques y selvas, tanto en procesos naturales tales como en la formación de claros debido a la caída de árboles viejos o por eventos meteorológicos y desastres (vientos huracanados y rayos, inundaciones, incendios, etc.), como en procesos en los que intervinieron las actividades humanas como la tala de bosques, la inducción de pastizales o los sistemas de roza-tumba-quema. Para regenerar una selva en un pastizal abandonado o en un campo desforestado, se requiere, entre otras cosas, de la llegada de semillas, generalmente por viento o transportadas por un animal (generalmente volador). Aquí, son de gran utilidad las aves y los murciélagos por ser los agentes que pueden dispersar las semillas a las mayores distancias, desde cientos de metros hasta 7 – 8 kilómetros. Esto es relevante dado el alto grado de fragmentación del paisaje, donde entre la matriz agropecuaria, solo quedan algunos parches de bosques primarios y secundarios, que constituyen la fuente de semillas. En particular, los murciélagos y las aves pequeñas dispersan semillas de especies de plantas pioneras, es decir, las primeras en llegar a sitios inhóspitos gracias a que pueden resistir las inclementes condiciones de los terrenos sometidos a la alta radiación solar, viento frecuente, suelo compactado, etc.

En la entramada red de plantas y animales que constituyen las comunidades naturales, hay algunas especies de aves y mamíferos que destacan por su alta capacidad de dispersar semillas de varias especies de plantas. Eso quiere decir, que en caso de que faltara esa especie de dispersor clave (por su extinción local o total), varias plantas podrían ver amenazado su reclutamiento y eventualmente, su supervivencia. La situación es peor para aquellas especies de planta que dependen solo de una o unas pocas especies de dispersores para lograr su dispersión exitosa, ya que, si desaparecieran esos amigos dispersores, la planta estaría en grave peligro de extinción. El estudio de la estructura de redes de plantas y sus dispersores es un campo reciente y muy prometedor que generará información complementaria fundamental para instrumentar acciones dirigidas a la conservación y restauración de los ecosistemas naturales.

 

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